viernes, 5 de agosto de 2011

Rayo de luna II

 No sentí la sed hasta no estar frente al cauce de tu ser: inalcanzable. Agua fresca, naturalmente bella, y absorbe tanto como refleja al sol.
 Y finalmente el amor es perseguir un rayo de luna, que nos toca suavemente en la piel y no llega a darnos calor: ¡pero sí algo de luz!
 Luminosa y danzante, fluyes a mi lado.
 Corro, incansablemente, primero hacia un lado y luego hacia otro. Pero no retrocedo, pues desandar el camino no nos hace volver atrás la vida.
 Vivo y respiro amor. Sediento, te busco.

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